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viernes, 4 de febrero de 2011

El juicio de Paris, California vs Francia, la histórica degustación de 1976 que revolucionó la historia del vino - George M. Taber




Título original : Judgment of Paris. California vs France and the historic 1976 Paris tasting that revolutionized wine.
Año de publicación : 2005.
Título de la edición brasileña : O julgamento de Paris: California x França, 1976, A histórica degustação que revolucionou o mundo do vinho.
Traducción : Liliane Marinho.
Editora Campus-Elsevier - 2006.


Luego de leer los tres primeros capítulos se percibe rápidamente lo que estamos por encontrar páginas más adelante: lo mucho que hay por aprender en el mundo de los vinos; leer esta obra de George M. Taber es como asistir a una clase magistral sobre esta divina bebida, y fundamentalmente, conocer de primera mano uno de los capítulos más importantes en la historia del vino: la decisiva cata a ciegas del 24 de mayo de 1976, en el Hotel International de Paris, donde los más distinguidos catadores, conocedores y amantes del vino, todos franceses, probaron los hasta entonces desconocidos y hasta injustamente menospreciados vinos californianos, poniéndolos a prueba contra los famosos Gran Crus franceses, obteniendo como resultado la abrumadora victoria de los vinos estadounidenses en vinos blancos, y aunque en tintos no fue igual de avasallador, también fue un vino norteamericano el que venció, ante el estupefacto de los jueces, llegando incluso alguno a intentar cambiar sus votos, y viendo cómo un mito se iba directo a los baldes de la degustación.

El autor de este libro, periodista de la revista Time, estuvo presente aquel día, siendo testigo de tal evento. Ya me imagino el orgullo que debe haber sentido Taber al ver cómo los vinos de su país vencían a los top franceses.

Tampoco es para creer que los vinos franceses eran malos; nada de eso, en su gran mayoría van de muy buenos a excelentes, pero antes se tenía el concepto de que solamente en Francia se elaboraba un vino con calidad, mirando por encima del hombro a productores de otros países, incluso a sus vecinos europeos, y con mayor razón si estos eran del otro lado del charco.

Este evento fue organizado por el inglés Steven Spurrier (actualmente Asesor editorial de la revista “Decanter”) y su socia Patricia Gallagher, directora de la “Académie du Vin” en aquel tiempo (hasta la fecha de la publicación de esta obra ella es directora académica encargada del departamento de vinos de la escuela de culinaria “Cordon Bleu” en Paris), quienes cursaron invitaciones a nueve personalidades en el mundo del vino y de la gastronomía francesa, participando ellos también de la cata, sin que sus puntajes se sumaran al total. Al cursar dichas invitaciones sólo se mencionó que habría una degustación de vinos californianos, nunca se dijo que serían comparados con vinos top franceses, lo que posteriormente, ya con el resultado final haciendo noticia en todo el mundo, le ocasionó serios problemas a Spurrier, ya que él vivía y trabajaba en Paris desde hace algún tiempo, inclusive fue tildado de traidor, siendo recién en 1999 “perdonado” por el “establishment” francés quienes le otorgaron en ese año el premio Louis Marinier por sus escritos sobre el vino Bordeaux.

La lista de jurados de “El juicio de Paris” estaba compuesta por:

- Pierre Bréjoux; Inspector General del Consejo de Apellation d’Origine Controlee, órgano que controla la producción de los mejores vinos de Francia, y autor sobre varios libros de vino de ese país.

- Michel Dovaz; profesor de los cursos de francés en la Académie du Vin. Posterior a esta cata escribiría varios libros sobre vino, y el capítulo sobre la Región de Champagne del “Guide Hachette des Vins”.

- Claude Dubois-Millot; director de ventas de la guía GaultMillau. Único jurado inexperto; esta fue su primera cata.

- Odette Kahn; editora de la “Reviu du Vin de France” y también de “Cuisine et Vines de France”. Esta distinguida dama fue quien le pidió a Spurrier -quien estaba sentado a su lado- que le devuelva sus fichas con los puntajes que había dado, alterándose un poco, sin perder el charm, por supuesto.


De izquierda a derecha: Patricia Gallagher, Steven Spurrier, y Odette Kahn, durante la cata a ciegas.



- Raymond Oliver; chef y dueño del famoso restaurante “Le Grand Véfour”. El local fue fundado a finales del siglo XVIII y fue el lugar preferido de personajes que van desde Napoleón, pasando por Voltaire, Sartre, Colette y Victor Hugo. Restaurante galardonado con tres estrellas en la Guía de Restaurantes de Michelin.

- Pierre Tari; dueño del Chateau Giscours (uno de los catorce Troisièmes Crus según la famosa clasificación de 1855), y Secretario General de la “Association des Grands Crus Classés”.

- Christian Vannequé; sommelier jefe del restaurante (también tres estrellas Michelin) “La Tour d’Argent”, quizá el restaurante más famoso en Paris.

- Aubert de Villaine; uno de los dueños y directores del “Domaine de la Romanée-Conti”, mítico vino, uno de los más caros del mundo. El costo aproximado de una botella fluctúa los $20,000 (veinte mil dólares americanos, para que no haya duda).

- Jean-Claude Vrinat; dueño del “Taillevent”, otro famoso restaurante tres estrellas Michelin.

La tabla con los puntajes finales es la siguiente:



Además, la obra viene con las fichas con los puntajes dados por cada jurado.
La obra nos trae la historia de cada uno de los vinos que participaron de esta cata a ciegas. Seis chardonnay y seis cabernet sauvignon del Valle de Napa, y a su vez, cuatro de las mismas cepas de los top franceses. En ambos casos vienen con mapas de las regiones.

Los resultados de esta degustación no sólo fueron buenos para los vinos estadounidenses, también comenzó a mirarse otras opciones de tierras, con climas y microclimas muy diversos, donde también se podía cultivar y desenvolver las diferentes cepas. Así, mientras algunos personajes en Francia cerraban sus filas menospreciando los resultados de aquella degustación, otros, más visionarios, decidieron adaptarse, comenzando a dar la importancia debida a sus vecinos europeos: tanto en Italia, España y Portugal se elaboraban vinos excepcionales, y países como Australia, Nueva Zelandia, Sudáfrica, Chile y Argentina eran “descubiertos”, siendo aceptados al punto de hacerse de tierras en estos nuevos lugares y/o creando alianzas que se mantienen hasta la actualidad: en 1995 la productora de champagne Vleuve Clicquot compró tierras en Marlboruough, Nueva Zelandia, y en el año 2000 el Domaine Henri Bourgeois, uno de los líderes de la producción del Sancerre y el Pouilly-Fumé también se hizo de tierras en la misma región; en 1978 el Barón Philippe de Rothschild forma una sociedad con Robert Mondavi produciendo desde 1979 el “Opus One”; a su vez, Mondavi forma sociedad en 1989 con la familia de Eduardo Chadwick de la Viña Caliterra, lanzando posteriormente en 1995 la marca ultrapremium “Seña”; y si Mondavi le puso el ojo a Chile, la Baronessa Philippine de Rothschild, encargada de los negocios familiares tras la muerte de su padre en 1988, le siguió los pasos, haciendo sociedad con Don Eduardo Guilisasti Tagle, presidente de la gigante Concha y Toro, lanzando por primera vez al mercado en 1996 el top franco-chileno, “Almaviva”. Estos son sólo algunos de los muchos ejemplos después del Juicio de Paris.

Taber examina al detalle cada región, relatando sus viajes y visitas a cada uno de los lugares que hace mención en su obra, donde se entrevistó y conoció los viñedos y la tierra donde es cultivada cada una de las diversas cepas, desde las tinta barroca y touriga francesa portuguesas, pasando por el sauvignon blanc neo zelandés, el syrah australiano, hasta el único carménère chileno, entre otras. Una sola inquietud me dejó este libro: Taber no menciona (y parece no haber ido) a la Argentina. Los vecinos aparecen solamente en un cuadro estadístico sobre la producción mundial de vino.

Taber, como no podía ser de otra manera nos revela el famoso Valle de Napa, o Napa Valley, antes y después de la cata del ’76, conociendo a través de él las virtudes de aquel lugar, las cepas chardonnay y cabernet sauvignon cultivadas ahí, y las historias detalladas de aquellos emprendedores, los cuatro winemakers que no se amilanaban ante las diversas dificultades que encontraban, y que supieron reconocer en esa tierra el paraíso que ahora todos sabemos que es; ellos, los principales personajes de esta obra: Miljenko Grgić quien se cambió el nombre a Mike Grgich; Warren Winiarski, Jim Barrett, Андрей Челищев, o André Tchelistcheff, y claro, también Steven Spurrier, el inglés radicado en Francia, amante de los vinos de ese país, quien encontró los vinos del Valle de Napa tan buenos como los franceses, llevándolos a Paris, promoviéndolos junto a Patricia Gallagher, con quien Spurrier solía viajar por las diversas regiones francesas, conociendo cada vez más sobre las diferentes castas producidas por allá, recaudando cada vez más información y experiencias. Taber sabe transmitir la emoción de aquel tiempo, el sentimiento de estas personas en esta tarea tan noble, todas totalmente desconocidas hasta ese entonces en el mundo vinícola.


El autor, a la izquierda, durante la prueba en Paris.

Hay un capítulo dedicado a Robert Mondavi, en donde Taber se remonta al patriarca Cesare Mondavi, quien migró desde su lejana Sassoferrato en Italia a instalarse en Estados Unidos. Robert Mondavi es una presencia constante en varios capítulos del libro, además de escribir el prefacio de esta obra.

También hay mención sobre aquel joven abogado de Monkton en Maryland, de 31 años, quien comenzó a publicar en 1978 críticas a vinos con una franqueza nunca antes vista, enfureciendo a unos y entusiasmando a otros, utilizando un puntaje sobre 100, y cómo a través del tiempo la figura de ese joven de nombre Robert Parker fue creciendo, hasta ser él quien decida –por sus críticas- si un vino no tendrá mayor relevancia, por un puntaje bajo, o si su venta será muy rápida y el precio será elevado, por un puntaje alto. También cómo de esta forma, poco a poco diversas viñas comenzaron a crear los vinos al gusto de él, vinos que por aquí se conocen como "parkerizados", o sea, especialmente hechos para recibir puntajes altos por The Wine Advocate, revista bimensual que él dirige. Taber hace mención también a los vinos de garaje, que generalmente reciben una puntuación alta por Parker, y que los torna caros y difíciles de encontrar. Un ejemplo de ello, por un “La Mondotte” Parker mencionó: “Lo máximo en vinos de garaje, ultraconcentrado, asustadoramente caro, pero que vale cada centavo”. (Pág. 311)

No hay una sola línea en este libro que te sumerja en el sopor de una lectura pesada; en lo absoluto. Taber se comporta como un paciente profesor que adaptó los acontecimientos sucedidos que le fueron narrados, entrevistas ejecutadas, y el punto central del cual fue testigo privilegiado, mezclando y ordenando todo esto, logrando formar un gran relato. Esto no es ficción, es historia pura.



Puesto que cada uno de los capítulos y/o sub capítulos son amplios, no traduzco alguno de ellos en su totalidad. Dejo este "cachito”:

Poco después de las tres de la tarde, Spurrier pidió un minuto de atención a todos. Agradeció a los jurados por la presencia y explicó que estaba promoviendo el evento junto con Gallagher para presentar algunos vinos californianos como parte de las conmemoraciones del bicentenario de la independencia norteamericana, y en homenaje al papel desempeñado por Francia en esa conquista histórica. Dijo también que tanto él como Gallagher habían realizado recientes viajes a California, quedando sorprendidos con la calidad del trabajo desarrollado en esas pequeñas vinícolas, todavía desconocidas. Pensó que los franceses se interesarían por aquellas novedades. Fue entonces que Spurrier dijo que, aunque los había invitado para conocer una muestra de los vinos californianos, él también incluiría en la degustación que estaba por comenzar, algunos vinos franceses equivalentes. Finalmente, adicionó que, para tornar las apreciaciones más objetivas, creía mejor que la degustación se realizara a ciegas. Como no hubo objeciones, los jurados tomaron sus lugares atrás de la larga mesa, y el evento comenzó.

Fragmento del capítulo “Un malestar inesperado”, página 221.

2 comentarios:

Raquel Bazán dijo...

Interesantísima esta entrada en cuanto al valor histórico que tiene con respecto a los vinos de regiones y países que hoy en día son cada vez más reconocidos y apreciados.
Gracias por compartir tan valioso conocimiento.

Manolo Malpartida dijo...

No sé si hablas el inglés, de ser así aquí te dejo la dirección donde puedes leer en la versión original, no lo encontré en español. Ojalá sirva:

http://books.google.com.pe/books?id=JqDDbTG8wqoC&printsec=frontcover&dq=The+judgment+of+Paris,+George+Taber&hl=es&ei=CE9oTey3LMf1gAfa2vDKCg&sa=X&oi=book_result&ct=result&resnum=1&ved=0CCQQ6AEwAA#v=onepage&q&f=false

Como siempre, gracias por la visita Raquel.