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viernes, 30 de abril de 2010

Peruanos Del Siglo 20, Jorge Basadre



Peruanos del Siglo 20; Ediciones Rickchay Perú, primera edición setiembre 1981; Jorge Basadre, Perú.

Este es un ejemplo de que no existe pequeña obra. Cuenta con 172 páginas, en formato pequeño y en edición popular, por pedido expreso de los herederos de Basadre por ser esta la voluntad de nuestro gran historiador. Inclusive al final se registra el inicio de la carta enviada por ellos al editor donde formalizan tal petición, imagino con la finalidad de que la obra pueda llegar a más personas a un precio muy accesible.
Jorge Basadre Grohmann nos presenta 48 reseñas con las biografías de igual número de personas de las cuales 45 de ellas son nacidas en el Perú; 1 nacido en Francia, Jorge Chávez, de padres peruanos; y 2 extranjeros, pero que son tal o más peruanos que muchos nacidos en nuestra tierra por los aportes realizados. Estas dos últimas personalidades son:

- Alberto Giesecke, de Filadelfia, Estados Unidos, quien con menos de 30 años y sin ser peruano fue nombrado Rector de la Universidad del Cusco en el año de 1910, por el presidente Augusto B. Leguía.
Estimuló el viaje de alumnos distinguidos al extranjero y editó la “Revista Universitaria”. Llegó a ser Concejal y ocupó la alcaldía hasta en tres ocasiones. Realizó el Censo en Cusco con tan sólo 288 soles y con la participación del alumnado. Además de Rector y Alcalde, fue catedrático en Estadística y Presidente del Centro Geográfico. Pavimentó las calles principales e hizo el camino hasta Saqsayhuamán y estableció el servicio de alcantarillado.

- Augusto Weberbauer, nacido en Breslau, Alemania, llegó al Perú con 30 años de edad con el afán de realizar investigaciones fitogeográficas. Viajó por casi todo el Perú, de pueblo en pueblo para luego de un trabajo de hormiga editar en Alemania, en el año de 1906 la obra “Plantae Novae Andinae Imprimis Weberbaurianae” en cuatro fascículos hasta el 1908 y cuatro más hasta el 1911. Recién en 1945 se editó en el Perú: “El Mundo Vegetal de los Andes Peruanos” donde da cuenta de sus expediciones botánicas en nuestro país, realizando así una de las contribuciones más formidables en el Perú del siglo XX.


Augusto Weberbauer

Los personajes incluidos en esta importante obra van desde Teresa Gonzales de Fanning hasta Julio C. Tello; de Martín Adán - pasando por Abraham Valdelomar, José María Eguren, José Santos Chocano y José Carlos Mariátegui - hasta César Vallejo; desde Felipe Pinglo hasta Jorge Vinatea Reinoso; de los Presidentes de la República Gullermo E. Billinghurst y también de Augusto B. Legía; todas las reseñas con lenguaje fácil, muy interesantes, e instructivas.
Los personajes que reúne la obra pertenecen tan sólo hasta la cuarta década del último siglo por ser ése el límite temporal en que fueron escritas estas semblanzas.
Hay sí, algunos errores de imprenta como escribir: “Universidad de Cuso”, obviando la letra “c” (siendo Cusco) en la página 65 por ejemplo, entre otras, que no llegan a macular el trabajo del historiador.
Muchas (sino todas) de estas pequeñas biografías son más que interesantes para ser transcritas. Algunos trechos sabrosos:

En la semblanza de César Vallejo por ejemplo, Basadre comenta: “El escritor Clemente Palma (hijo de Ricardo Palma) rechazó en 1911 una composición del entonces novel poeta para la revista “Variedades”, y esta acción se repitió en 1917 con otra que luego perteneció a “Los Heraldos Negros” tildándola - en una reseña realizada en la sección “Correo Franco” de aquella revista – de “mamarracho”, “adefesio”, “tontería poética”.
(Fragmento)


En la de Teresa González de Fanning el historiador nos presenta cómo esta brava mujer, editó en 1898 su obra: “Educación Femenina: Colección de artículos pedagógicos, sociales y sociológicos”, donde la autora expone que la educación debe tener “un carácter moral” e inculcar la decisión constante por el cumplimiento del deber, a la vez que la posesión de la verdad, y adquisición de útiles conocimientos asimilables al medio local en que se está destinado a vivir. Las monjas que abjuran de la familia del matrimonio y de la sociedad no son capaces de educar hijas sumisas y cariñosas, esposas ejemplares y buenas madres de familia, ni de enseñar el temple de espíritu, la expedición y el acierto para gobernarse en los casos difíciles y aun en los ordinarios, pues ellas (las monjas) huyeron de las tempestades de la existencia para refugiarse a orar tranquilamente en un santuario. (…) Teresa Gonzáles de Fanning se extiende, además, en otras consideraciones. Resalta el papel educativo de la madre que debe iniciar a su hija en los misterios del amor legítimo, dirigirla en la elección del compañero y hacerle conocer los deberes anexos al matrimonio y a la maternidad. Insiste en restringir los estudios teóricos, para compensarlos con la adquisición de conocimientos prácticos y manuales. (…) Educar a las hijas sólo para el matrimonio (afirma la autora) es erróneo, porque las hace pensar que es su único destino sobre la tierra.
(Fragmentos)



La autora se mandó con todo esto antes de 1900. Felizmente ya no existía la inquisición en Lima (fue abolida totalmente en 1820) sino la quemaban en algún auto por hereje y blasfema en nombre del Señor. Una escuela de mujeres lleva su nombre en Lima.
¡Tremenda vanguardista!


En la de Jorge Chávez (nombre que lleva el principal aeropuerto internacional en Lima) cuenta Basadre (entre otras cosas):
“En una reunión en Milán, en setiembre de 1910 la prueba principal consistía en un vuelo de Suiza a Italia con el paso por los Alpes por el cuello del Simplón. De los tres concursantes un italiano fue eliminado por no haberse presentado a tiempo presentado su aparato; un norteamericano se retiró de la competición luego de dos intentos infructuosos: quedaba el peruano. En su monoplano Bleriot, después de un ensayo infortunado, salió el 23 de setiembre de Briga, en Suiza, tramontó los Alpes y apareció en el valle de Domodossola. Había triunfado. Era “un joven del siglo XX cruzando por la ruta azul encima de aquellos Alpes por donde se arrastraron César y Napoleón”, según el periodista francés Hugues Le Roux. Nadie había hecho eso antes.
Aproximadamente a cinco metros de altura, las alas del aparato se desprendieron y doblaron “como las de una paloma”, y aquel cayó al suelo para estrellarse por la parte delantera. Luego se descubrió que una pieza de unión entre el fuselaje y un ala presentaba señales de rotura anterior y de una reparación imperfecta hecha con clavos. El piloto no tuvo culpa del accidente previo al aterrizaje, no por falla en el motor sino en la armazón de la endeble y primitiva aeronave. Quedaron la cola, los timones y las ruedas de bicicleta intactos y las alas no deformadas mayormente.
Transportado al Hospital de Domodossola llegaron hasta Chávez mensajes de felicitación por su proeza del rey de Italia, el presidente de Francia y numerosas personalidades de todo el mundo. En aquella época el paso de los Alpes apareció como un significado análogo al que más tarde logró el vuelo Lindbergh de Estados Unidos a Europa y en nuestro tiempo ha alcanzado la hazaña de Gagarin.
Chávez no tuvo pérdida de conciencia, y su casco de cuero quedó intacto. Tampoco sufrió lesiones internas, aunque sí se le encontraron fracturas en las piernas y pequeñas laceraciones y contusiones en la cara. Fue la suya una larga agonía. En ella pronunció, según Luigi Barzín frases entrecortadas como “La altitud, la altitud…”, “el motor, el motor…”, “Quiero levantarme”. Parece que sus últimas palabras fueron “No, no, yo no me muero”, si bien por versión de Juan Bielovucic, han sido difundidas estas otras: “Más arriba, más arriba todavía”. El poeta italiano Giovanni Pascoli concluyó la elegía que escribió con motivo de este sacrificio y que conmovió profundamente al mundo, con los siguientes versos:

- “Cae con su gran alma sola
Siempre subiendo. ¡Y ahora sí, él vuela!”




Murió el 23 de setiembre con 23 años de edad.
¿Por qué falleció Chávez? Su caída se produjo a baja altura. La muerte no sobrevino por las heridas. No hubo infección. Garrido Lecca diagnostica, a la luz de los conocimientos actuales un shock traumático y hemorrágico al hacerse insuficiente la cantidad de sangre circulante y desangrarse en los tres puntos de fractura en las piernas. Dentro del estado de la medicina de entonces, no fue posible una transfusión que hubiera sido salvadora, o sea la administración del líquido en forma endovenosa para remplazar la sangre perdida. Se le aplicaron purgantes y se le hizo tomar café y un poco de champagne. Él clamaba por beber abundante líquido.

(Fragmento)

Destacan también la semblanza de Santiago Figueredo, Vocal de la Corte Superior de Lima a inicios de 1900. Basadre inicia el colofón de su semblanza de la siguiente manera: “Ejemplo límpido de probidad y patriotismo. Santiago Figueredo ha sido olvidado por las generaciones nuevas. Sólo un malecón en el Callao y una calle perdida en Miraflores recuerdan su nombre; y si se hiciera una consulta pública, la mayor parte de las respuestas no atinaría a identificarlo.”
¿Y qué fue lo que hizo éste señor?
Comenzó como Vocal Fundador de la Corte de Junín, cuando los sueldos eran ínfimos, él igual continuó con su tarea, siempre con austeridad y notable desempeño. En 1872 se trasladó a Lima, llegó – sin pretenderlo él – a ser Vocal de la Corte Superior de Lima. Nunca tuvo la ambición de hacerse de la propiedad de esta función por ir en contra de sus principios. Él decía: “sólo quiero que se me haga justicia sin solicitarlo”. Nunca se le hizo. No se enriqueció en el cargo (¡Qué falta hacen personajes como él en nuestros días!) dejando como uno única fortuna su modesta Medalla de Vocal de la Ilustrísima Corte Superior de Lima.

“Figueredo, no obstante su precaria condición económica, fue uno de los pocos ciudadanos que se negó a solicitar de los poderes públicos el pago de sueldos devengados durante la ocupación chilena. Creía que no tenía derecho a cobrar esos haberes porque no los había ganado, pues su actividad en aquella época se desarrolló en el orden patriótico y no en el judicial.
Figueredo fue el símbolo de la Junta Patriótica erigida para ofrendarle al país la reconstitución de sus fuerzas navales. No se limitó a conservar los fondos de esa patriótica entidad: lo defendió contra poderosas asechanzas en 1894, 1899 y en 1906. Él quería que ése dinero se invirtiera única y exclusivamente en la compra de una nave de guerra buena y útil para el país; nada ni nadie logró hacerle ceder ni por un momento.”


Dudo mucho (y espero equivocarme) tengamos gente como don Santiago Figueredo en los cargos públicos en nuestros días.

Rumi Maqui; este personaje, como el anterior, era totalmente desconocido para mí hasta antes de leer el libro de Basadre. Es también muy interesante el haberlo descubierto y buscaré luego más información acerca de él. Ambos merecen el dedicarle un tiempo para transcribir sus reseñas, así más personas que no tienen el libro en cuestión conocen a personajes casi olvidados de nuestra historia. Igual, después de la presente reseña queda aún la curiosidad por saber más sobre este personaje. Basadre también se limita a transcribir lo dicho por otras personas respecto a Rumi Maqui, y tras un breve comentario dice: ”Merece ser estudiado con detenimiento y objetividad.” La semblanza es la siguiente:

“Teodomiro Gutiérrez Cuevas era un jefe del ejército que ocupó la subprefectura de Chucuito en 1904 ó 1905, y actuó a favor de los indios, con lo cual se suscitó la enemistad de los gamonales y de la representación parlamentaria. Manuel González Prada le dedicó un artículo con el título de “Autoridad Humana” reproducido en el libro “Prosa Menuda”. En 1912 fue Jefe Militar en Canas.
Cuéntase que Gutiérrez Cuevas llevó al presidente Billinghurst un libro con reclamaciones sobre la raza aborigen. Apoyado por comuneros, visitó entonces diversas imprentas de Lima. Fuese por este motivo o por acción propia, Billinghurst lo despachó como emisario personal para que estudiara la situación social en la Sierra del sur. Este delegado, era a la vez, Vicepresidente del Comité de Salud Pública. Un telegrama de Chucuito publicado el 21 de octubre de 1913 en Lima, denunció que Gutiérrez “apoya, alborota, excita y subleva nuevamente indios contra blancos” y que había rechazado los recursos de defensa de los “damnificados”. A la vez, acusó a los indios de Chucuito de bandolerismo y de haber saqueado y talado haciendas con la victimación de ciudadanos y soldados. Esta acusación halló eco en la Cámara de Diputados al apoyarla Bernardino Arias Echenique quien aseveró que se había producido la existencia de la antropofagia y que el delegado del Gobierno (Gutiérrez Cuevas) decía “que era el mesías que iba a allá a redimirlos” (a los indios). Anteriormente Arias Echenique había denunciado los desórdenes de campesinos de Samán, Caminaca, Achaya y otros distritos.
Antes de que Gutiérrez Cuevas realizara su misión apostólica, el 7 de febrero y el 6 y 7 de marzo de 1913 hubo matanzas de indios en Azángaro. “¿Qué hicieron las autoridades judiciales y administrativas ante los hechos criminosos que se acaba de memorar?” (preguntaba el Agente Fiscal de Azángaro, José Frisancho, después de referirse a estos desmanes y a los de Escanchuri de 1906, a la matanza de Cutur en 1911, a las de 1912 y a los horrores de Chupa también en 1911). “En unos casos (agrega) los subprefectos, por tratarse delincuentes adinerados, no han hecho otra cosa que concertar transacciones entre damnificados y agresores para asegurar la impunidad por ese medio vedado por la ley; y en otros de aquellos casos delictivos se ha llegado por el juez a incoar sumarios que no han pasado de actuaciones formulistas y de mera rutina; sin que exista ahora en el despacho y archivos del Juzgado ni uno sólo de estos cuerpos sumariales seguidos sobre los hechos que, involucrando crímenes concretos, en el anterior parágrafo se ha dejado apuntado”.
El sargento mayor Teodomiro Gutiérrez Cuevas, a quien Billinghurst enviara en 1913 en una comisión investigadora al departamento de Puno, se sublevó en 1915 con grupos de indígenas de Huancané y Azángaro. Capturado y en la cárcel, el gobierno ordenó su enjuiciamiento en la resolución de 2 de mayo de 1916. Le imputó el delito de traición a la Patria “por haberse levantado en armas para desmembrar el territorio nacional y constituir con algunos departamentos a los que mandó emisarios, el Estado del Tahuantinsuyo; para cuyo objeto agitó a las comunidades indígenas del departamento de Puno, proclamándose General y Jefe Supremo con el nombre de “Rumi Maqui”, y organizó las bandas armadas que, con cabecillas especialmente nombrados, asaltaron repetidas veces la propiedad privada”.
Rumi Maqui (Mano de Hierro en quechua) parece haber tenido un programa consistente en la reversión de todas las tierras a favor de los indígenas, según consta en un memorial al Presidente de la República firmado en Arequipa el 15 de febrero de 1921 por los propietarios del departamento de Puno y cuyo texto aparece inserto en el Diario de Debates del Senado correspondiente a la legislatura ordinaria de 1923. Allí también se transcribe una carta de Rumi Maqui escrita a raíz de su fuga a los diarios de Arequipa. “Hay necesidad de destruir a los gamonales y aliarse con Bolivia para formar la Alianza más poderosa, más rica, más noble y cristiana de América. Muy en breve estaré entre los míos, libre de los gamonales, guiado y guarecido por mis fieles amigos, los indígenas de Puno”.
El movimiento de Rumi Maqui fue recibido con sorpresa e ironía en Lima. Merece ser estudiado con detenimiento y objetividad.
Conflictos sociales habían existido durante largos años en aquella región, Habían indios en las cárceles de Puno y de Azángaro a consecuencia de ellos por presuntas rebeliones y con motivo de la de Gutiérrez Cuevas su número aumentó. Pero el diputado Luis Felipe Luna expresó en su Cámara en la sesión del 18 de octubre de 1916: “El mayor Gutiérrez no tuvo más delito que ser espíritu y aliento dentro de un orden estrictamente moral, proclamando y reivindicando la libertad, la igualdad, los derechos y las garantías perdidas, para esa raza más débil por su ignorancia que es la raza indígena. He allí el delito por el que el Mayor Gutiérrez fue arrojado en las cloacas de una cárcel, inventando para ello la fantasía de los terratenientes, la utopía ridícula de un conflicto de razas, de una restauración del imperio incaico y de planes siniestros de cesiones territoriales a la vecina República. Todo inventado, todo supuesto por el poderoso gamonalismo para correr un velo sobre sus enormes crímenes, para atraerse la fuerza moral de la opinión pública e inclinar hacia sí la simpatía y el apoyo de las autoridades”.


Otro peruano para admirar fue el intelectual Oscar Miró Quesada de la Guerra, de la familia del Decano Nacional “El Comercio”, que con tan sólo 14 años de edad fue delegado de los estudiantes al Congreso de Montevideo en 1908, estando entre los fundadores y teniendo el propósito de “popularizar la cultura”. Basadre nos entrega el discurso que dio el adolescente Miro Quesada en aquella cita:



“Nosotros los estudiantes, que hemos tenido la dicha de poder cultivarnos, que vimos con ojos curiosos descorrerse el velo impalpable que ocultaba las estatuas maravillosas y eternas de la belleza y la verdad, que nos hemos librado de la esclavitud de la ignorancia y de la superstición, debemos, si deseamos ser honrados y ser buenos, devolver a la vida lo que la vida nos dio, y cumpliendo la obra evangélica, enseñar a los que no saben así como a nosotros nos enseñaron. Que la palabra convencida y sabia de nuestros maestros no se pierda para siempre en la indiferencia egoísta de nuestros cerebros estériles, que las verdades superiores y esenciales que aprendimos en las cátedras sean comunicadas a los hombres humildes como la buena nueva, para que así podamos decir con el legítimo regocijo de un convencimiento sincero: lo que sabemos no se ha perdido, lo hemos enseñado a los demás, devolviendo a la vida lo que la vida nos dio: cultura de espíritu y liberación mental. Hemos pagado nuestra deuda”.
(Fragmentode la semblanza. El discurso está íntegro)


Finalmente, una de las más breves y una de las más interesantes semblanzas es la de Pedro Paulet.



Pedro E. Paulet
(Arequipa, 1874 – Buenos Aires 1945)

Cuando se escriba la historia de las ciencias en el Perú a fines del siglo XIX y comienzos del XX, habrá que dedicar suma atención al ingeniero arequipeño Pedro E. Paulet. Al sostener y probar en 1895 el principio fundamental de que “la propulsión vence a la atracción” apareció Paulet como el autor indiscutible de la retropropulsión. Inventó entonces un motor a reacción.
En 1900 hizo el primer diseño del motor industrial con tres cohetes, como consta en el manuscrito publicado en “El Comercio” de Lima el 10 de marzo de 1965.
En 1902 diseñó un avión torpedo sobre la base del motor a reacción por él creado en 1895. La cabina era cilíndrica, montada con un trípode con su correspondiente protector. Estaba completamente aislada y permitía el vuelo estratosférico o una inmersión. Anticipó Paulet la propulsión aérea a cohete en fecha que precede al sabio ruso Constantin Tziolkovsky (1903). Según su concepción, los cohetes propulsores estaban instalados en los alerones que eran movibles, bien sea para despejar o para mantener el vuelo horizontal. La aeronave era capaz de aterrizar, amarizar y sumergirse en el mar. La revista “Scientific Montlhy” de noviembre de 1950 en un trabajo con el título de “Early History of Rochet Research” y la revista “Outer-Space” citan a este visionario ingeniero peruano como inventor y precursor de la propulsión a reacción.
Paulet aplicó los principios mecánicos que en tiempos posteriores han hecho posible los vuelos espaciales.


Y estos son algunos de los que aparecen en esta obra de Jorge Basadre Grohmann. Para quien está en Lima, con un poco de suerte puede ser encontrada en los libreros del Jr. Quilca, lugar que algún día recorreré nuevamente.


Foto: Jorge Basadre Gromann

3 comentarios:

Alvaro Mejía dijo...

Hola. Según Basadre, cuando era niño, el nombre de Pedro Paulet era frecuente oírlo en su casa, junto con el de otros sabios de la época, de labios de sus hermanos ingenieros. Quizá hasta lo conoció, como al parecer sucedió con Fernando Belaúnde y otros personajes ilustres de la vida peruana. Lamentablemente, Basadre comete un error al citar una nota de El Comercio de 1965, la que parte de una fuente equivocada, para confirmar que Paulet fue el padre de la retropropulsión moderna. No obstante eso, Paulet fue el precursor. Pronto me ocuparé de este asunto en el blog que llevo sobre él. Saludos cordiales

Manolo Malpartida dijo...

Hola Álvaro: excelente el dato que dejas. Va a ser interesante leer lo que expongas en tu blog. Luego dejas por aquí la dirección.
Un abrazo.

Alvaro Mejía dijo...

Hola, Manigna. Gracias, la dirección del blog es www.mundopaulet.blogspot.com
Igual puedes acceder al blog haciendo clic en mi ícono (la fotito del Hombre en la Luna). No desconfío de Basadre, sólo que pudo ahorrarse la mención a esa nota de El Comercio. Hay otra documentación que sí prueba que Paulet fue el hombre que inventó el futuro. Por ejemplo este artículo mío en la revista de la Agencia Espacial del Perú http://www.conida.gob.pe/actividades/coheteria/articulos/Pedro_Paulet_Mostajo.pdf
Esta vez me ocuparé, sin embargo, de cómo la historia ha tratado a Paulet, incluyendo a Basadre.
Bueno, ya me extendí demasiado

Saludos

Alvaro